De acuerdo con el cronista Juan Manuel Menes Llaguno

"La feria de San Francisco de Pachuca tiene su origen como tal en la primera mitad del siglo XVIII y su objetivo, fue la construcción de las ampliaciones del Convento Dieguino de este Real de Minas, elevado a la categoría de Colegio Apostólico de Propaganda Fide en 1732, aunque existen noticias que pudieran remontarla al siglo XVII. En efecto, en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado obran dos documentos relacionados con la festividad de San Francisco, uno fechado el 8 de octubre de 1698 y otro del 5 de octubre de 1719. En el primero, los frailes del convento franciscano solicitan al Alcalde Mayor de Pachuca, Don Juan Venegas, expulse con auxilio de la fuerza sí se hiciera necesario, a los vendedores que no habían pagado al monasterio los derechos de piso y en el segundo se hace referencia a una reyerta suscitada entre varios vendedores de la feria en la que resultó lesionado Juan Salvador.

En 1772, al convertirse el convento en provincia autónoma, aumentaron sustancialmente sus gastos, dado que se vio obligado a mejorar y ampliar sus instalaciones para albergar a un mayor número de novicios y frailes, lo que se pudo lograr gracias a las magnánimas aportaciones de Don Pedro Romero de Terreros, primer conde de Regla, a quien se nombró como patrono del convento, sin embargo, ni aún así se logró abatir el déficit ocasionado por su nueva situación, debido a lo cual se decidió mejorar la organización de los festejos en honor del Santo Patrono y con ello atraer más fieles dispuestos a otorgar buenas limosnas y comerciantes que cubrieran los diezmos de sus ventas, para lo cual el propio Romero de Terreros apoyó la celebración.

A partir de entonces, año con año, cuenta la tradición, el conde de Regla iniciaba desde muy temprano, el 3 de octubre, una magna peregrinación con sus trabajadores y cientos de fieles que se le unían en el camino. El contingente partía de Huascazaloya (hoy Huasca), donde Terreros tenía sus haciendas de beneficio, continuaba por Omitlán, seguía por Real del Monte y llegaba a Pachuca en la madrugada del 4, fecha en la que se iniciaban oficialmente las celebraciones religiosas en honor del Santo de Asís, a quien se dio el título de Santo Patrono de la ciudad.

 

La ceremonia daba comienzo con la salida de todos los frailes y novicios del convento, quienes esperaban la peregrinación en el atrio. Cuando el Conde de Regla llegaba hasta su presencia, el prior del monasterio le entregaba las llaves de todas las instalaciones monacales y solicitaba del noble benefactor, permiso para seguirlas habitando; el de Terreros se dirigía entonces hasta el portón del templo y lo abría en señal de aprobación, a la petición de los religiosos que entraban en ese momento al interior para la celebración de los servicios religiosos.

 

Mientras esto sucedía en el templo, afuera, en el atrio y las huertas (hoy parque Hidalgo), se instalaban puestos de comida, juguetes, dulces, así como vendedores de ganado y semillas que, por estar cercana la cosecha, reunía a un gran número de productores. Las festividades se prolongaban por espacio de tres o cuatro días y en algunos casos hasta una semana entera.

 

La muerte del conde de Regla no fue obstáculo para que la feria continuara celebrándose anualmente. Tampoco lo fue la decadencia minera de las primeras décadas del siglo XIX, ni mucho menos la exclaustración de los religiosos franciscanos en 1860, por ello el 3 de septiembre de 1868, el gobernador del Estado de México, al que pertenecía esta comarca antes de erigirse el Estado de Hidalgo, Don José María Martínez de la Concha, quien por cierto era originario de Itzmiquilpan, otorgó licencia oficial para la celebración de la feria y concedió la condonación de todas las alcabalas a los productos que se expendieran durante ella. Desde entonces, de manera interrumpida se ha efectuado la feria anualmente.

 

Durante el gobierno de los hermanos Cravioto, a finales del siglo 19, la feria alcanzó fama inusitada, sobre todo entre los habitantes de la Ciudad de México, de donde llegaban por tren en gran cantidad, sobre todo en los fines de semana. Decayeron las festividades durante la etapa revolucionaria, para volver a cobrar auge a su término, ya en la década de los años veinte del siglo pasado.

 

Los gobiernos de Matías Rodríguez, Javier Rojo Gómez y José Lugo Guerrero, se distinguieron por su gran labor para mejorar la festividad. El de Don Quintín Rueda Villagrán se preocupó por darle una mejor imagen al hacerla de 1953 a 1956 "Muestra Industrial, Agrícola y Ganadera", aunque la sacó de su original asiento y la llevó al viejo estadio deportivo de la ciudad, donde hoy se encuentra la Escuela Normal Benito Juárez. Años después volvió al parque, aunque salió nuevamente durante el gobierno del licenciado Carlos Ramírez Guerrero, quien la instaló en un predio baldío ubicado donde hoy se encuentra el Palacio de Gobierno. Regresó la feria a su lugar original durante el gobierno de Manuel Sánchez Vite y ya en el período del licenciado Jorge Rojo Lugo se le buscó una nueva ubicación, pero también una mejor imagen, así, en 1976 se celebra en los terrenos aledaños al desaparecido Lienzo Charro Nicolás Romero, actual asiento de un importante centro comercial Plaza bella, en particular Aurrera y se le da un objetivo especial, al denominarle "Feria del Caballo". Al año siguiente en el interinato del licenciado José Luis Suárez Molina, se inauguran sus nuevas instalaciones que, reformadas por el arquitecto Guillermo Rossell de la Lama, darían paso a las actuales sedes de los Poderes Judicial y Legislativo, Sat, Radio y televicion de hidalgo.

 

En el período de gobierno del licenciado Adolfo Lugo Verduzco se celebró en varios sitios diferentes, entre ellos, durante dos años consecutivos en las afueras del Lienzo Charro Nicolás Romero" (demolido en 1993). Finalmente, en 1992, se construyen las actuales instalaciones, donde se ha celebrado los últimos 20 años."