Las Panaderías en Pachuca

Las panaderías en Pachuca

Como recuerdo en los años 70 el rico olor el las panadería y de una actividad de la cual e se perdió como repartidores de pan en canastos que ventian  por calles mineras de Pachuca, o los estanquillos o mise lanías que en algunas parte de la ciudad toda vía existe la venta de pan, o lo común son los expendios de pan.

Como recuerdo con añoranza a la Sra. Rodríguez del camello panadería que estaba en las calle de guerrero por el cine alameda, que era mi vecina y en muchas ocasiones medio colcoles rellenos de arroz con leche o cajeta,

Otro recuerdo de la época pero era la venta de el pan a las 5.00 a 6.30 am para los estanquillos, repartidores o expendios de pan, de las panadería que era común ver cola de gente esperanto el pan.

La primavera, que hasta la fecha existe en la calle de Julián Villagrán, la panificadora la moderna en calle de Mólelos y Santos Degollado y en esta calle existía una puerta pequeña por se vendía a los expendedores de pan, pero no por la puerta principal que se localiza en la calle de Morelos , la guadalupana en la calle de hidalgo y Arizpe frente donde hoy es el montepío, el gato el la calle de Guerrero en el principio donde estaba la cuchilla que se extendía del mercado Benito Juárez

De panaderías que mas me platican pero no la conocí esta la Palanca en la calle de matamoros frente al reloj, donde en mismo lugar esta un placa de 1933 y estuvo mucho tiempo un ferretería que se llamaba el puente de la familia telleria y hoy es una sucursal de remates de muebles de Electra.

El pan de ferias o pueblos panaderos

 

En buena parte de las ferias San francisco el 4 octubre, o en la de asunción el 15 agosto son infaltables el pan de fiesta de de artesanos de estado o de Los panes tlaxcaltecas con dedicatorias: en su puesto como estas “« Para mis hijos », « Para mi madre » o « Para mi pinche suegra » provienen de varios pueblos que suman cerca de 400 panaderías, entre ellos San Juan Huactzinco.”

“« Nuestros panes se venden en Chetumal y hasta Tijuana », nos dice don Juan Juárez Guerrero que distingue entre el pan salido de un horno de adobe que trabaja con leña, como el suyo, a los que utilizan gas. « El pancito ha sido importante para la educación de mis hijos, que fueron a la universidad, pero yo le voy más al campo que al pan ».” la cual es común tome su probadita el del pan de feria con bosas de pan 10 piezas que se vende o los churos y no existe una feria si estos elementos el buen pan. Y normal mente lo ventero res emigra de feria en feria por distintas partes del estado o inclusive del país.

 

El Pan de fiesta

 

Pan de Muertos

De este genero como olvidar la fiesta más importante para México el día de muertos y por consecuencia el pan de muertos  30 octubre, 1 y 2 nonienbre se encuentra los panaderias solo con pan de muertos, bolillos , teleras poro todo es el rico olor al dulce del pan de muertos  y de forma muy bien acomodado par los altates, desgracida mente esta tradicion se esta perdiento como muchas otras.

De imagen fresca y azucarada, ¿quién no ha quedado prendado con el delicioso sabor de esta verdadera obra maestra de la panadería mexicana?

Esta tradición, vigente desde los primeros años de la Colonia, está cargada de muchos simbolismos; incluso de varios que ni los propios expertos han logrado a esclarecer por completo.

Existen diferentes teorías sobre los elementos que componen esta deliciosa y especial pieza de la panadería mexicana. Por ejemplo, unos dicen que los huesos hechos de masa hacen referencia a los del difunto a quien se recuerda, otros que representan los cuatro puntos cardinales. Incluso en algunos lugares está la creencia de que sus ingredientes están asociados a los frutos de la tierra y la vida.

La gran variedad de este bocadillo ha dado pie a numerosas líneas de investigación para los historiadores. En México, el Pan de Muerto se elabora de diversas maneras dependiendo de la región; en algunas se realiza en formas de animales, mientras que en otras se le agrega azúcar roja para asemejar la sangre.

 

La rosca de reyes

Es común ver en las panaderías de Pachuca como de todo México el día 2 febrero los paneros se nos dan una delicia las rosca de reyes, en lo personal como olvidar el rico saber de flor de Pachuca, o la villita o las OTON del ser Rogelio en la colonia Morelos con la venta de roscas y en toda las panadería de la ciudad lo ves o también el la Panificadora la moderna en la calle de Abasolo pero esta es la crónica de rosca de reyes

Después que los Reyes adoraron a Jesús, un ángel les avisó que no regresaran donde Herodes y ellos regresaron por otro camino. Herodes, al enterarse que había nacido el Rey que todos esperaban, tuvo miedo de perder su puesto y ordenó matar a todos los niños menores de dos años, entre los cuales se encontraría dicho Rey. La Sagrada Familia huyó a Egipto y el niño Dios se salvó.

Los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la historia de la visita de los Reyes Magos para la celebración de la Epifanía: cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de rosca, endulzándolo con miel y adornándolo con frutos del desierto, como higos, dátiles y algunas nueces.

Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Los confites son las distracciones del mundo, que nos impiden encontrar a Jesús.

El muñequito escondido dentro de la rosca simboliza al Niño Jesús, que los Reyes no encontraban porque la estrella desaparecía.

Esta costumbre de los cristianos de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América.

En México, el que encuentra el muñequito de la rosca se convierte en el centro de la fiesta: se le pone una corona hecha de cartón y cubierta de papel dorado y se le da el nombramiento de padrino del Niño Jesús.

El padrino deberá vestir con ropas nuevas a la imagen del niño Jesús, del Nacimiento, y presentarlo en la Iglesia el 2 de febrero, día de la Candelaria. Después hará una fiesta con tamales y atole.

 

 

Pero de las panadería mas famosa del siglo xx tomo un texto de Juan Manuel Menes Llaguno

El Sol de Hidalgo

 

Pachuca, Hidalgo.- Uno de los rasgos distintivos de las ciudades mexicanas hasta antes del surgimiento de las tiendas de autoservicio fue, sin duda, la existencia y estratégica ubicación de las panaderías, expendios de ese nutritivo y exquisito manjar que lo mismo acompaña los alimentos en su calidad de pan blanco, que se convierte en centro de las mesas donde se sirve como elemento sustancia del desayuno o la merienda en su condición de pan de dulce o bizcocho.

 

Diseminadas por toda la geografía urbana, las panaderías se esparcían por barrios y colonias, invadiendo con su aroma, "el santo olor de la panadería", las mañanas de cualquier ciudad de antaño. Tres modalidades existían, entre las primeras se ubicaban las productoras de pan, cuyo amasijo se hallaba en la parte posterior del sitio de venta, a las segundas pertenecían los expendios, dedicados de manera exclusiva a la venta de pan, adquirido de las productoras y, finalmente, las llamadas misceláneas, ubicadas en lugares apartados, cuyo giro abarcaba desde abarrotes hasta panadería, aunque no deben olvidarse los clásicos vendedores que, transportando sobre su cabeza un enorme cesto repleto de pan, recorrían en bicicleta las distintas colonias citadinas o bien alejadas comunidades.

 

Famosas fueron en el Pachuca de mediados del siglo 20: "El Camello", "El Elefante", "La Colorada" y "El Mejor Pan", "La Flor de Pachuca", ubicadas en la calle de Guerrero; "El Águila de Oro", en Fernando Soto; "La Villita", en la Avenida Juárez, donde por cierto existe aún; "La Primavera", en Julián Villagrán; "La Victoria", en la esquina de Arizpe y Corregidora; "La Panificadora Moderna", en Morelos, "El Molino", en la calle de Abasolo; "La Palanca", en la plaza Independencia; "Los Pajaritos", en el barrio del Arbolito, sólo por mencionar a las más importantes.

 

Cuántos adultos de hoy e integrantes del gran grupo 70 y más, no recordarán las muchas ocasiones en que fueron enviados, con gran regocijo por cierto, a la compra del pan para la merienda; qué delicia era repasar la lista recomendada: tantos bolillos, tantas teleras, tantas chilindrinas, equis número de conchas, trenzas o banderillas y no sé que más, las que pedidas en el mostrador, era meticulosamente acomodadas en una abultada bolsa de papel, que se abrazaba con el mayor fervor infantil imaginable, mientras se saboreaba la pieza que el despachador regalaba al comprador.

 

Y no se diga de los pleitos a la hora de la merienda, cuando debían repartirse las piezas de aquellos suculentos manjares realizados con la mezcla de la harina de trigo, la sal, el azúcar, la manteca, etcétera, que debidamente horneados paraban en el centro de la mesa familiar. Placentero será recordar a personajes como don Luis Roldán Jiménez, "Luisito", un hiperactivo despachador de "La Colorada", que con una sonrisa dibujada siempre en su rostro, envolvía con rapidez inusitada en un pliego de papel de estraza las piezas de pan blanco y metía con rápidos movimientos las de pan de dulce en la bolsa y luego ofrecía al comprador una o dos piezas de ganancia o pilón.

 

Curiosos eran, sin lugar a dudas, los nombres de los panes, sobre todo de los bizcochos, algunos eran comunes y se expendían en todas las panaderías, tales como polvorones, cocoles, barquillos, molletes, bísquets, buñuelos, cemitas, conchas, calamares, roscas, orejas, panqués, empanadas (de arroz con leche, mermeladas de fresa, piña etc.), tartaletas, banderillas, moños, merengues, marías, limas, hojaldras, chilindrinas, cuernos de agua y de mantequilla, colchones y galletas en varias presentaciones y tamaños, sólo por mencionar los que la memoria recuerda.

 

Otros nombres procedían de la creación de cada bizcochero, tales como gendarmes, ladrillos, ojos de pancha, tréboles, aguacatas, almejas, almohadas, besos, bicicletas, bonetes, bolas, piedras, yoyos, veracruzanas, tornillos, pulpos, pelonas, mariposas, volcanes, josefinas, gallinas, chamucos, chicharrones, cuernos retorcidos, cañones, caracoles, trompos, troncos, tabasqueñas, jalapeñas, pachucos, rayadas, ratones, piñas, ochos, plátanos, novias, mantecadas, margaritas, nenas, bigotes, lenguas, herraduras, huaraches, grandes, gorditas y mil nombres mas derivados de formas colores, adornos, harinas, horneado y otras condiciones y características, que cada panadero creaba.

 

Aún recuerdo una visita que hice siendo estudiante del jardín de niños Club de Leones, al amasijo de "El Mejor Pan"; expendio que se ubicaba muy cerca del mercado Barreteros; era una enorme crujía en la que están dispuestas cuatro mesas de madera, con cubierta de aluminio opaco, laboraban allí una media docena de personas, todas vestidas de blanco, portando una camiseta sin mangas y una cuartelera blanca, mientras unas amasaban con gran esfuerzo harinas revueltas con sal, otras se esmeraban en dar forma a pequeñas porciones de bizcochos y otro grupo se encargaba de introducir al horno enormes charolas, mediante una larga pala de madera, pero tal vez lo más atractivo de aquella visita, fue el aroma de aquel ambiente, ese que bautizara en la Suave Patria el poeta López Velarde, como el "Santo Olor de la panadería."